Estancada
Justamente ahorita me siento como si estuviera en un pozo de aproximadamente unos 10 o 15 metros de profundidad. Imagínate que es como una especie de hueco, no hay agua, es muy poca la luz que llega en el día hasta allá abajo, y en la noche es completa oscuridad, este hoyo podría estar en el medio de un bosque, así que es en vano gritar porque a mi alrededor solo tengo cualquier cantidad de animales y algunos de estos hasta salvajes.
Llevo unos meses allí, es un milagro que aun estés viva, luego de tantos días sin comer. Ya me empieza hacer falta gente con quien socializar o compartir. Extraño a mi familia y amigos. Y sobre todo me siento mucho más lejos de ti mi Dios. Siento como si no escucharas cada vez que te he pedido de rodillas que me ayudes a salir el pozo, sé que es un milagro de que estando aquí todo este tiempo y aun siga viva, este milagro es obra tuya.
Cansadas y gastadas están mis manos, brazos, piernas y rodillas; de todas las veces que he intentando escalar este hoyo para poder salir, y resulta que termina siendo peor, porque cuando siento que he avanzado algo vuelvo a caer, y cada golpe es más duro.
Dios, envía un ángel que me saque de aquí ¡Te lo ruego de rodillas! O tal vez permite que aparezca una escalera para poder salir o haz que aparezcan algunas rocas a lo largo de este hueco y así yo pueda escalar y volver a la superficie.
A sido terrible tener que pasar todas estas noches frías, sola y llorando sin conseguir nadie que me consuele. No sé porque cada vez te siento más ausente.
Ni hablar de cuando es de día, me desespera poder ver solo esos pequeños rayitos de luz, quiero ver el sol otra vez. Se han hecho eternos y desesperantes.
Lo he intentado todo y siento que me debilito cada día más, creo que ya no podre aguantar muchos días más aquí. Si no muero de la debilidad, puede que un día de estos llueva y me termine ahogando en este pozo tan horrible.
Pero tampoco me consuela recordar cómo me iba afuera porque mi vida era muy difícil allá afuera; también empezaba a sentir que no sabía que era peor si quedarme en este feo pozo o volver a afuera. Sin embargo, me sentía presa y ya estaba totalmente harta de estar aquí.
Lo he intentado todo pero no sé cómo salir, así que hoy aquí de rodillas me rindo a ti mi Dios, decide tú si vas a tomar mi vida, si me sacaras o si me ayudaras a seguir sobreviviendo aquí hasta que así tú lo quieras.
Creo haberme quedado dormida orando, me despierto porque me siento abrazada por unos brazos tibios y protectores, y su mano suave rosaba una de mis mejillas; cuando logre despertarme por completo me dijo:
“Hija amada, siempre he estado aquí, nunca te he dejado, desde el momento que caíste en este pozo, he estado cada noche y cada día contigo”
Y le conteste: Si estuviste aquí cada día y noche ¿cómo es que nunca te sentí?
Muy amablemente el me contesto: “¿Recuerdas que desde mucho antes que salieras corriendo huyendo de todos tus problemas y cayeras en este pozo, ya no hablamos como antes?
Fueron muchas las noches que me quede sentado a tu lado, con ganas de escucharte y abrazarte, pero tu parecías estar muy ocupada y que no tenías tiempo para mí. Trate de llamar tu atención de algunas maneras, pero te molestaste porque pensaste que cada vez yo te ponía pruebas demasiado difíciles que tu no podrías soportar.
Aun así seguí a tu lado, esa noche que saliste corriendo, permití que te tropezaras para que recapacitaras de la idea de huir, pero estabas tan decidida a hacer lo que tú creías que era correcto, que maldijiste la raíz de aquel árbol que te hizo tropezar y seguiste corriendo, hasta que finalmente caíste en este pozo”.
Fue imposible no romper en llanto cuando escuche todo eso, tenía toda la razón yo misma lo había ignorado y me había alejado de Él, desde hace mucho tiempo, ya no oraba, ni leía la biblia, ya no pasaba tiempo con El, como antes.
No pude más que pedirle, perdón y abrazarlo, porque el llanto era tanto que no me dejo hacer mas nada.
Cuando me repuse, y había dejado de sollozar, con mucha pena le pregunte: ¿Por qué si siempre estuviste aquí nunca me ayudaste salir, ninguna de las veces que lo intente?
Seguía sentado a mi lado, y me respondió: “Cuando me pediste que te sacara, siempre pediste que te ayudara con alguna otra cosa pero no a mi directamente, me pediste un ángel, rocas, una escalera; pero jamás me dijiste que te tomara de la mano y te ayudara a subir o que te tomara en mis brazos y te sacara de aquí.
Preferí esperar a que tú misma lo pidieras, así que como finalmente te rendiste y desististe de todas tus ideas, me hice visible para hablar contigo. Tú sabes que te amo con un amor incondicional y eterno. Que quiero ayudarte con cada problema que tienes, que quiero llevar tus cargas porque sé que estas son muy pesadas para ti.
Que quiero abrazarte cuando te sientas sola, cada vez que sientas frio. Solo tienes que entregarme todo lo que no puedas soportar y pedir mi ayuda cada momento y a cada hora, jamás estaré demasiado ocupado para ti, nunca me molestara que me pidas algo. Soy paciente y te comprendo. Siempre estaré contigo, justo a tu lado”.
Nuevamente no pude evitar llorar, entre sollozos le dije pudiera pedirte que me llevaras en tus brazos para salir más rápido de aquí, pero mejor dame tu mano y escalemos juntos, tú me darás la fuerza necesaria para poder salir de aquí.
El me dedico una tierna sonrisa, y me sostuvo por debajo de mi hombro y comenzamos a escalar, éramos un equipo él me guiaba y yo lo seguía. Nos tomo muy poco tiempo salir del pozo.
Que felicidad me dio volver a mi mundo, aunque sabía que no todo iba a estar bien como yo quería, sabía que tendría a Dios siempre a mi lado, así que lo abrace muy fuertemente y le dije: Vámonos juntos a casa, tenemos mucho tiempo sin hablar y hay muchas cosas que me gustaría contarte.
-Ruth
-Ruth
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